Nada que perder, miranos reír
domingo, 30 de septiembre de 2012
De todo menos decisiones.
Respira
hondo, tan hondo que su pecho casi pacta una fusión con el comienzo de
su largo cuello. Maquillaje que se desliza por el contorno de unas
mejillas acostumbradas al roce de las lágrimas que lo impulsan. Luces
que se desenfocan a causa del exceso de agua sobre su pupila. Titubeos
que se asoman al precipicio de unos labios que están ocultados tras una
mano que sujeta firmemente un pañuelo de papel teñido de negro del mismo
tono que el rímel. Preguntas que ahora tienen respuesta después de
haber vivido siempre a la sombra de la ignorancia. Un mechón de pelo que
se deja llevar por el viento y que acaricia tímidamente su frente
orientada hacia al suelo. Su canción favorita recorre el cable de los
cascos que están conectados al móvil. Un paso inseguro es su única forma
de viaje. ¿Equipaje? Unos pocos desengaños, pero que a la espalda
pesan. Para. Se queda quieta en medio de la multitud que parece llegar
tarde a una vida que no les hace felices. Esconde los puños en las
mangas de su chaqueta y frota sus mejillas, agradece el calor de unas
manos, aunque sean las suyas propias. Mira hacia su izquierda, ve un
pequeño bar moderno. Entra. Se dirige a los baños. En el espejo, un
reflejo que no debería permitirse andar por ahí sin sonrisa. Deshace el
moño en el que estaba recogido su pelo castaño y ondulado. Saca un
pequeño estuche de maquillaje que lleva en su mochila. Perfila sus ojos,
algo de pintalabios y un poco de rosa para las mejillas. Se despoja de
su chaqueta y de las penas que han sido recogidas en sus mangas, la
dobla y la mete en la mochila. Coge algo de dinero y su móvil de un
pequeño bolsillo. Sale del baño, dejando en él todo el peso con el que
había cargado hasta entonces. Sonríe al salir a la calle. Hoy va a tomar
de todo menos decisiones.
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